Eutanasia, ¿en contra o a favor?

Eutanasia, suicidio asistido, sedación terminal o cuidados paliativos. Son algunos de los términos sobre la muerte digna que aparecen en los titulares de los medios de comunicación cada vez que este asunto vuelve al primer plano de la actualidad.

¿QUÉ ES LA EUTANASIA?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la eutanasia como aquella  “acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente”.

Esta definición resalta la intención del acto médico, es decir, el querer provocar voluntariamente la muerte del otro. La eutanasia se puede realizar por acción directa: proporcionando una inyección letal al enfermo, o por acción indirecta: no proporcionando el soporte básico para la supervivencia del mismo. En ambos casos, la finalidad es la misma: acabar con una vida enferma.

SITUACIÓN ACTUAL

La eutanasia es un acto que busca provocar la muerte a una persona enferma que conlleva graves consecuencias familiares, sociales, médicas, éticas y políticas. Su despenalización modificará en su propia raíz la relación entre las generaciones y los profesionales de la medicina. 

Igualmente, en los casos en los que la eutanasia es solicitada por el enfermo existe u grave problema ético porque se trata de una derrota social y profesional ante el problema de la enfermedad y la muerte. 

Los casos extremos y la autonomía personal, siempre aludidos por los partidarios de la eutanasia para su despenalización, no deben generar leyes socialmente injustas, que enfrentan el deseo individual con el ineludible deber del Estado a la protección de la vida física de cada ciudadano.

Tres cuestiones complejas están presentes en el debate de la eutanasia: el consenso democrático, la dignidad de la persona humana y la autonomía personal.

EL PAPEL DEL MÉDICO

El acto médico se basa en una relación de confianza donde el paciente confía al médico el cuidado de su salud, aspecto primordial de su vida, de sí mismo. En la relación entre ambos no puede mediar el pacto de una muerte intencionada. La eutanasia significará el final de la confianza depositada durante milenios en una profesión que siempre se ha comprometido a no provocar la muerte intencionalmente bajo ningún supuesto.


Eutanasia en México

En cuanto al segundo país con mayor población y fieles católicos en América Latina, se han emitido proyectos de leyes para autorizar la eutanasia; sin embargo, han fallado en el Congreso.

Aunque la Ciudad de México y los estados de Aguascalientes y Michoacán permiten que pacientes en estados terminales o su familia rechacen los tratamientos paliativos bajo la Ley de Voluntad Anticipada.

La última propuesta la presentó en septiembre de 2020 el diputado de la Ciudad de México de Morena, Ricardo Fuentes Gómez. En el documento, el legislador reconoció que se trata de un tema controvertido, pero que independientemente de los argumentos en contra o en favor, se debe legislar para que una persona pueda decidir, de forma responsable, cuándo poner fin a “sufrimientos innecesarios y degradantes que no le permiten llevar una vida digna”.

La Constitución Mexicana no prohíbe la eutanasia, el que sí lo hace es la Ley General de Salud. El Código Penal Federal considera delitos a quien preste ayude a otra persona a cometer un suicidio y lo sanciona con hasta cinco años de prisión. Con esos precedentes, es natural que no haya ningún ordenamiento en México que si quiera abunde el tema de dispositivos de eutanasia.

Por ello, Fuentes Gómez propuso en concreto modificar el artículo Cuarto Constitucional para que, a la letra, diga: “Toda persona tiene derecho a una vida digna y en consecuencia a una muerte digna. La Ley establecerá las normas para regular el reconocimiento de la segunda”.



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